El Gobierno nacional busca consolidar el cambio en el sistema de aportes de salud con la eliminación de la triangulación entre las obras sociales y las prepagas, una medida que entró en vigor el 1 de diciembre de 2024. Sin embargo, la transición depende ahora de la decisión de los afiliados, quienes tienen la potestad de redirigir sus aportes directamente a las empresas de medicina privada, evitando el «peaje» de las obras sociales sindicales.

Desde la implementación de este sistema, los afiliados tienen la opción de elegir si sus aportes a la seguridad social irán directamente a la prepaga o continuarán pasando por las obras sociales. Este cambio responde a una necesidad de simplificar el esquema actual y transparentar el flujo de fondos, aunque enfrenta resistencias desde distintos sectores.

Por un lado, las obras sociales temen una reducción significativa de los aportes que reciben, fundamentales para su operatividad. Por otro, las prepagas ven la medida como una oportunidad para fortalecer su relación con los afiliados, aunque reconocen que hasta el momento predomina la curiosidad por el nuevo esquema por sobre las acciones concretas de cambio.

Intereses y desafíos

Un obstáculo para avanzar en la adopción masiva de la medida es la falta de incentivos claros para los afiliados. Según representantes de las empresas de medicina privada, sería necesario que las empresas empleadoras impulsaran activamente el trámite entre sus trabajadores. Esto es especialmente relevante, ya que aproximadamente el 50% de los afiliados pertenecen a convenios corporativos. El gobierno nacional se encontraría analizando la situación para presentar nuevas normativas.

A pesar de ello, aún no queda claro si la redirección de los aportes resultará en beneficios económicos inmediatos para los afiliados. Las empresas de medicina prepaga consideran que cualquier ahorro dependerá de negociaciones individuales o corporativas, y no será un efecto automático del cambio.