Las enfermedades cardiovasculares representan la principal causa de muerte a nivel mundial, pero comprender el papel de la genética y la epigenética abre nuevas puertas para prevenirlas. El Dr. Martín Lombardero, cardiólogo con más de 30 años de trayectoria, destaca cómo los hábitos de vida influyen directamente en nuestra salud cardiovascular, superando incluso la predisposición genética.

Desde el momento en que heredamos 23 pares de cromosomas de nuestros padres, nuestra información genética define las bases para el desarrollo de proteínas esenciales en la estructura y función de nuestro cuerpo. Según el Dr. Lombardero, las enfermedades cardiovasculares con origen genético directo, como la Miocardiopatía Hipertrófica, el Síndrome de Marfan y la Hipercolesterolemia Familiar, son poco frecuentes y representan entre el 1% y el 5% de los casos. Estas afecciones son causadas por alteraciones heredadas en un gen específico.

En cambio, la mayoría de las enfermedades cardiovasculares, como el infarto y el accidente cerebrovascular (ACV), no tienen un gen único responsable. Se trata de condiciones multifactoriales influenciadas por múltiples genes y, sobre todo, por factores externos como el estilo de vida.

Epigenética: el entorno que influye en nuestros genes

La epigenética, rama de la ciencia que estudia cómo los factores externos modifican la expresión de los genes sin alterar su estructura, juega un papel crucial en las enfermedades cardiovasculares. Según el especialista, elementos como el tabaquismo, el estrés crónico, la mala alimentación y el sedentarismo generan un ambiente químico tóxico que afecta negativamente a la expresión de los genes.

Por otro lado, la epigenética también permite mitigar los efectos de genes predisponentes. Estudios recientes han demostrado que un estilo de vida saludable puede reducir significativamente el riesgo de infarto, incluso en personas con antecedentes familiares.

Herramientas epigenéticas para prevenir enfermedades cardiovasculares

El Dr. Lombardero resume en cinco claves prácticas cómo modificar las probabilidades de sufrir un evento cardiovascular, independientemente de la carga genética:

  1. Ejercicio regular: tanto el entrenamiento aeróbico como de fuerza ayudan a mantener el corazón en óptimas condiciones.
  2. Nutrición saludable: optar por una dieta equilibrada, como la mediterránea, rica en frutas, vegetales, granos integrales y grasas saludables.
  3. Evitar agresiones al cuerpo: abandonar hábitos nocivos como el tabaquismo, moderar el consumo de alcohol y priorizar un descanso adecuado.
  4. Gestión del estrés: incorporar prácticas como el mindfulness o el yoga para reducir la inflamación relacionada con el estrés crónico.
  5. Controles médicos periódicos: consultar a un profesional para identificar riesgos a tiempo y adoptar medidas preventivas.

Una responsabilidad compartida

Aunque factores genéticos pueden predisponer a ciertas enfermedades, el Dr. Lombardero enfatiza que son los hábitos diarios los que en gran medida determinan si esas predisposiciones se convierten en realidad. “El arma puede estar cargada por los antecedentes familiares, pero somos nosotros quienes apretamos el gatillo con nuestras elecciones de vida”, señala.

La epigenética no solo explica cómo factores externos pueden activar o desactivar genes, sino también cómo podemos revertir sus efectos dañinos con cambios positivos. Como advierte el especialista, “la cultura actual tiende a crear un entorno tóxico para nuestras células, pero depende de nosotros minimizar su impacto”.

La lucha contra las enfermedades cardiovasculares no está escrita en los genes, sino en las decisiones que tomamos diariamente. La epigenética, como herramienta para entender y modificar la influencia del entorno en nuestra salud, nos invita a asumir un rol activo en la construcción de un futuro más saludable. Porque, como afirma el Dr. Lombardero, “estamos vivos gracias a nuestra capacidad de adaptación, y la epigenética está por encima de la genética”.