VOVE Tucumán pudo hablar con parte del círculo íntimo del fotógrafo acusado de abuso sexual y pudimos indagar más sobre la vida de este hombre a quien su familia califica como «correcto e intachable».

Ir en la búsqueda de un testimonio de alguien que está acusado de un hecho semejante supone sumergirse en un mundo oscuro, hostil e infranqueable. Nuestras suposiciones se hacen evanescentes, casi como si fueran pompas de jabón, cuando llegamos a la zona norte de la ciudad y comenzamos a consultar a los vecinos del acusado de abuso sexual en el colegio JIM a quien de ahora en más llamaremos por sus iniciales (O. M.)

«Lo conozco, solía vivir aquí, pero hace años se mudó cuando se separó de su esposa» nos dice un comerciante experto en el arte de faenar animales para su expendio. «Hace mucho no lo veo» agrega y se disculpa por tener que seguir atendiendo.

Una vecina escucha la conversación y se acerca a dialogar «en el barrio nos enteramos ayer y no podemos creer» expresa. Nos confirman los vecinos donde es que O. M. solía vivir y procedemos a acercarnos cuidadosos y con respeto a golpear la puerta, en ese momento una señora nos atiende y mientras nos presentamos comienza a brotar su angustia. «Mi exmarido es incapaz de hacer algo así, es una persona buena, intachable y muy trabajador» dice con la voz entrecortada la señora de unos 60 años a quien llamaremos «Liliana».

Nos cuenta que se separaron hace muchos años, pero que tienen buena relación y que «siempre que puede nos colabora». Liliana nos cuenta que O. M tiene 58 años, que hace 35 años trabaja tomando fotografías en el Instituto JIM y que es padre de siete hijos, tiene cinco nietos y que de esos hijos solo dos son fruto de la relación que mantenían en común.

«Pongo las manos en el fuego por mi papá» dice otra mujer que se acerca desde adentro también. Se presenta como hija del acusado y comienza su relato: «Mi papá se está comiendo un garrón. Es un hombre bueno. Siempre cuidó de su nieta, sus hijos y jamás ni siquiera les levantó la mano» sentencia. «No puede ser que lo acusen así. Tendría que haber más denuncias si es que él hizo eso que dicen. Hace 35 años que trabaja en el colegio. Los dueños, algunas autoridades del colegio y algunos padres se han puesto en contacto con él y le mandaron mensajes para decirle que se quede tranquilo y que se va a saber la verdad de todo una vez que se termine de investigar».

Preguntamos si alguna vez tuvo algún episodio similar, alguna denuncia previa o algo que ponga en duda la inocencia, que ellos juran y perjuran, tiene el acusado. «Jamás. Nunca. Pero la verdad es que queremos que se investigue y que se pueda limpiar el buen nombre de mi papá», nos dice su hija a quien llamamos Virginia.

«Los chicos no mienten. Seguramente que alguien puede haber abusado de esa nena, pero estoy segura de que no fue mi papá. Esto nos destruyó a todos. Si hasta fue a ver a un abogado para que lo asesore y le pidieron 150 mil pesos. Imposible que lo pueda pagar porque estuvo un año y medio sin trabajar por la pandemia» concluye, se despide y solloza.

La calificación del delito que pesa sobre O.M es abuso sexual simple, prevé una pena de seis meses a cuatro años de prisión. La denuncia se encuentra en curso en la Fiscalía de Delitos Sexuales N° 2 de nuestra provincia. Al momento de cerrar nuestra edición recibimos información de que se sumarían, por lo menos, 3 denuncias en las próximas horas por el mismo delito.