Cuando un obispo emérito fallece, se lo vela en su última sede episcopal (salvo que en vida ya haya estipulado algún otro lugar). Luego se realiza la misa exequial de cuerpo presente, y casi siempre es sepultado en dicho templo. Benedicto XVI solo era el obispo emérito de Roma, sino que fue el soberano del estado de la Santa Sede, la única monarquía absoluta de Occidente. Es decir, que es la muerte de un exmonarca y un exPapa.

La certificación de la muerte del Papa la realizan los cuerpos médicos de la Santa Sede, como se hace con cualquier mortal. Firmado el documento de la defunción, comienzan los rituales específicos.

Iosephus ¿Dormis?

Inmediatamente arranca el turno de vela por parte de los canónigos penitenciarios. Se encienden cuatro velas a los pies de la cama, y se coloca un acetre (un pequeño recipiente en forma de balde) con agua bendita y el hisopo junto al lecho mortuorio para los responsos de los prelados visitantes. Estando el cuerpo del Papa todavía en su lecho, hace su llegada el cardenal camarlengo, que viste con estola violeta y que es, durante la sede vacante, la más alta autoridad de la Iglesia católica. Él entra en la habitación escoltado por un destacamento de la Guardia Suiza con alabardas, símbolo de la nueva autoridad, para asegurarse oficialmente de la muerte del Pontífice.

El camarlengo se acerca al cuerpo del papa difunto y con un pequeño martillo de plata golpea la frente del pontífice por tres veces y pronuncia su nombre de pila: “Iosephus ¿Dormis?” tras verificar su muerte dice: “vere papa mortuus est” (de verdad el Papa ha muerto). A continuación retira del dedo el anillo comúnmente llamado “del pescador”, símbolo del poder pontificio. Esta es la señal de que el reinado ha concluido. El anillo será roto junto con el sello de plomo del Papa ante los cardenales. Se hace para evitar cualquier eventual falsificación de documentos papales.

Ritos funerarios

Una vez concluidos estos primeros ritos, el cuerpo del pontífice es retirado para ser lavado y revestido con los atributos papales. Salvo que a haya dicho lo contrario, el procedimiento exige que se le extraigan las vísceras. Las cuales son depositadas en urnas que se conservan en la cripta subterránea de la iglesia de San Vicente y San Anastasio, frente a la Fontana de Trevi, en Roma.

Todas las habitaciones del palacio apostólico son lacradas y cerradas. Inmediatamente después, el camarlengo informa al cardenal vicario de Roma que el Obispo de Roma ha muerto. Una vez que el anuncio se hace público, las campanas de Roma y de todas las iglesias del mundo “tocan a difuntos”. Se declaran 9 días de luto riguroso y se ofician en el mundo mil misas por el eterno descanso del Papa fallecido.

El cuerpo se reviste con los atributos papales: sotana blanca, alba blanca, amito, estola, una casulla de color rojo (el color rojo es el color del luto papal) y mitra episcopal blanca. Es depositado en la capilla Sixtina, donde los miembros de la Santa Sede y los diplomáticos presentarán sus honores.

Al día siguiente se lo traslada a la basílica de San Pedro, donde es colocado en un catafalco delante del altar de la confesión. Y ahí estará para que los fieles rindan su último homenaje.

Traslado del féretro

Una vez culminada la misa se llevará el féretro, muy simple y sencillo, de ciprés totalmente liso con una cruz negra pintada sobre su tapa y forrado de terciopelo rojo. Tomará el lugar de su sepultura mientras el coro entona en himno: “Libera me, Domine, de morte aeterna» (líbrame Señor de la muerte eterna). En el caso del papa emérito, descansará en el lugar donde estaba el cuerpo de Juan Pablo II, en las grutas vaticanas. Ya que éste fue subido a la basílica de San Pedro, una vez que fue canonizado.

El féretro de madera será depositado dentro de otro de plomo y este dentro de otro ataúd de madera de roble u olmo. Antes que el triple ataúd sea cerrado, un miembro de la casa pontificia leerá los hechos de más relevancia de su pontificado. Para ser depositado en dicho lugar se debe armar un arnés, dado que el peso de los tres ataúdes puede superar los 500 kilos.

Cuando el ataúd toca el piso, el cardenal camarlengo echa sobre el mismo una cucharada de tierra y dice: “memento homo quia pulvis es et in pulverem reverteris” (Recuerda hombre que eres polvo y en polvo te convertirás). Lo mismo hacen los cardenales presentes, pero sin decir nada. Una vez concluido todo este ritual, se corre la lápida de granito que cierra la tumba. Así concluyen los ritos fúnebres.

Como dijimos más arriba este ritual es solo para el caso de la muerte de un Papa que deja la sede vacante. Todo será novedoso en esta oportunidad tan especial.