El Mercosur y la Unión Europea cerraron hoy un tratado de libre comercio en el marco de la cumbre llevada a cabo en Montevideo (Uruguay). Tras casi 25 años de negociaciones, las partes alcanzaron un acuerdo que promete potenciar el ingreso de inversiones y acrecentar las exportaciones en ambos continentes. Ahora, el compromiso deberá pasar por un proceso de ratificación en ambos bloques y dependerá del acompañamiento de todos los miembros. Participaron de la cumbre los distintos representantes del Mercosur, entre ellos el anfitrión Luis Lacalle Pou (Uruguay), Lula Da Silva (Brasil), Javier Milei (Argentina) y la representante europea, Ursula Von der Leyen.

«Estamos fortaleciendo esta alianza única como nunca antes y al hacerlo estamos enviando un mensaje claro y poderoso al mundo», celebró la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, quien sostuvo que se trata de «una oportunidad política». «Estamos reforzando nuestra asociación como nunca antes. Es un día verdaderamente histórico», afirmó.

La representante europea señaló que el acuerdo representa una «clara respuesta» ante el fraccionamiento y aseguró que permitirá el ingreso de inversiones en un mercado de «más de 700 millones de personas». En esa línea, habló sobre los intereses europeos y aseguró que será «una ganancia» para el viejo continente. Según Von der Leyen, hay más de 60.000 empresas exportando al Mercosur y el acuerdo ahorrará 4.000 millones de dólares a estas.

La mirada libertaria

En este contexto, el presidente Javier Milei se mostró conforme con el acuerdo y aprovechó la jornada para cuestionar los resultados del Mercosur en los últimos años. El mandatario calificó al bloque como una «prisión» para el comercio y pidió crear una zona libre de aranceles. «Mercosur está lejos de cumplir con los objetivos iniciales de integrar mercados y eliminar aranceles e imposiciones para generar una zona de libre comercio. Lamentablemente se implementó un Arancel Externo Común que encareció los bienes productivos, volviendo la industria más cara y perdiendo competitividad. El camino al infierno está lleno de buenas intenciones», planteó. 

«Nosotros nos encerramos en nuestra propia pecera, tardando más de 20 años de cerrar un acuerdo con el que hoy festejamos, que aún dista de ser una realidad», enfatizó. «No podemos darnos el lujo de dejar pasar acuerdo comerciales, las necesitamos como agua en el desierto», insistió. «La única manera de defender a nuestras naciones es promoviendo el libre comercio porque genera prosperidad. El Mercosur que buscaba ampliar nuestros lazos comerciales terminó convirtiéndose en una prisión que no permite aprovechar ventajas comparativas y potencial exportador. Si tapamos el sol con la mano será difícil de solucionar. Este modelo está agotado», concluyó.