Malas noticias para el ministro de Economía y candidato presidencial, Sergio Massa, y para todos los argentinos. Después de la inflación del 12,4% en agosto, la más alta de los últimos 32 años, se espera una cifra similar para septiembre. La dura situación económica llevó a Massa a adoptar una serie de medidas para contener el impacto. Que llegaría justo en las semanas previas a las elecciones del 22 de octubre. La situación generó profundo malestar en el Fondo Monetario Internacional (FMI).

En Washington, los directores más duros del «board» cuestionan al equipo técnico del FMI y a la directora gerente Kristalina Georgieva por su “mano blanda” con la Argentina y amenazan con levantar el programa con el país. Mientras, los auditores pidieron informes a consultoras privadas para ver si los anuncios de Massa tienen consistencia fiscal con el acuerdo.

Si bien el Fondo no se pronunció de manera oficial sobre las medidas, en su último «staff report» hizo referencia a la necesidad de ajustar el gasto. Especialmente en tarifas, para mantener “ordenado” el rumbo del programa. El cual deberá volver a ser revisado en noviembre, pasadas las elecciones generales.

El Gobierno defiende que el “bache” de ingresos que generen sus últimas decisiones se cubrirá a través de un aumento del consumo. Aunque analistas privados alertan que generarán más déficit, lo cual complicará aún más el cumplimiento de la meta estipulada con el FMI. Que establece que este año el rojo fiscal primario debe ser de 1,9% del PBI en 2023. “Por esa lastimadura que representa en el bolsillo de cada familia argentina el impacto de la inflación por la devaluación impuesta por el FMI. Entonces el Estado tomó la iniciativa de devolverle el esfuerzo que sabemos que tienen que hacer todos para llegar a fin de mes”, expresó Massa.