Ser impuntual de forma crónica es una actitud mal vista a nivel social. En general los impuntuales están catalogados de irrespetuosos y se suele escuchar eso de “es muy buena persona, lástima que es impuntual”. En ese sentido, son vistos como poco confiables a la hora de adoptar responsabilidades y cuando repiten sus tardanzas, son rotulados como impuntuales. Su retardo crónico se convierte en un vía crucis para su círculo cercano. Hagan lo que hagan es extraño que lleguen a la hora acordada. 

Hay impuntuales que poseen un déficit atencional. Llegan tarde por olvidos, problemas de falta de atención, porque no lo registraron en la agenda o cuando debían anotarlo estaban pensando en otra cosa. Incluso también están aquellos que tienen la hiperexigencia de querer hacer todo. No quieren dejar nada para otro día, odian postergar, aunque terminan no cumpliendo o cumpliendo a medias porque el tiempo no les alcanza. Entonces, tratan de exprimir el tiempo hasta las ultimas gotas, agotan las reservas y juegan hasta el límite.

Para los investigadores, puede haber una razón biológica para la tardanza. Al menos la mitad de personas con TDAH tienen anomalías en el centro ejecutivo de su cerebro, que desempeña un papel decisivo en la gestión del tiempo. El cerebro regula aspectos como la organización, planificación motivación, regulación emocional. Incluso las personas sin TDAH tienen fortalezas y debilidades en cada una de estas áreas. Incluso puede haber causas genéticas: si tus padres han tenido problemas en la gestión del tiempo, es probable que tú también los tengas. En otra de las investigaciones realizadas en este campo, podemos estar frente a una persona que este pasando una situación emocional, como una crisis depresiva.

Aunque el hábito de llegar tarde es difícil de corregir y la puntualidad no se consigue de la noche a la mañana, al menos para los científicos, sí es posible manejarlo un poco. Esto se logra calculando y escribiendo la rutina, crear estrategias y comprometerse con una actividad a la vez.