En una postura firme, el Gobierno de Javier Milei declaró que el dólar no está atrasado y pidió a las empresas «adaptarse o morir» frente al desafío de competir sin la esperanza de una devaluación. Esta afirmación se da en un contexto donde el ritmo de depreciación del peso disminuirá, con el objetivo de reforzar la desinflación y sostener la estabilidad macroeconómica lograda en 2024.

El presidente Javier Milei reconoció recientemente que un dólar que caiga demasiado rápido podría mandar a varios sectores a la quiebra. Sin embargo, el Ejecutivo descarta que una devaluación sea la solución a las demandas empresariales y las críticas de algunos economistas que consideran que el tipo de cambio está desfasado. «Esta vez es diferente», insisten en la Casa Rosada, rechazando las comparaciones con gestiones anteriores.

En su análisis, el Gobierno argumenta que el camino hacia una mayor competitividad incluye: la baja continua de la inflación, la desregulación de la economía, la apertura a la competencia y el acceso a mercados de capitales para facilitar financiamiento a tasas más bajas. Además, se evalúa la posibilidad de reducir impuestos clave, como las retenciones al campo.

Estabilidad fiscal y macroeconómica: la prioridad oficial

Desde el Palacio de Hacienda subrayan que el equilibrio fiscal es el eje central del modelo económico. En 2024, el Gobierno logró un superávit financiero del 0,3% del PBI, el primero en 16 años, y enfrenta 2025 con un enfoque en sostener esa estabilidad. La estrategia incluye evitar un aumento del gasto público y blindar las decisiones políticas mediante el control legislativo, que les permite bloquear iniciativas que amenacen las metas fiscales.

En comparación con modelos anteriores, el Gobierno asegura que su esquema no replica las políticas de emisión monetaria descontrolada del kirchnerismo, el endeudamiento excesivo del macrismo ni las tasas de interés desproporcionadas de la era de José Alfredo Martínez de Hoz. «El dólar está bien posicionado», reiteran fuentes oficiales.