La enfermedad de Alzheimer se caracteriza por dañar las neuronas del cerebro, impidiendo que cumplan su función y provocando su muerte en un proceso conocido como neurodegeneración. Este deterioro afecta progresivamente diversas áreas cerebrales, alterando la memoria, el pensamiento, el juicio, el lenguaje, la capacidad de resolver problemas, la personalidad y el movimiento.

Un estudio reciente, publicado en la revista Nature Neuroscience y realizado por investigadores del Instituto Allen de Ciencias del Cerebro y la Universidad de Washington en Seattle, ha descubierto que el Alzheimer podría desarrollarse en dos fases distintas. Mediante sofisticados escáneres cerebrales, identificaron una fase temprana que ocurre de forma lenta y silenciosa, sentando las bases para una segunda fase más destructiva de la enfermedad.

El doctor Ricardo Allegri (MN 63.538), jefe de Neurología Cognitiva, Neuropsicología y Neuropsiquiatría de Fleni, compartió su perspectiva sobre este hallazgo. “El artículo de Nature sobre la neuropatología del Alzheimer es muy interesante y novedoso porque estudia la región temporal medial en un grupo de 88 donantes mediante técnicas de neuropatología cuantitativa y análisis espacial y genómico de células individuales”.

Además, añadió: “Analizan la progresión de la enfermedad y describen dos fases: la primera, temprana, con baja presencia de patología típica del Alzheimer pero con una importante reacción inflamatoria de la microglía, reactividad astrocitaria y remielinización por parte de los oligodendrocitos. La segunda fase, más tardía, muestra un aumento significativo de la patología, con pérdidas de neuronas inhibitorias y excitatorias”.

Métodos para identificar las dos fases del Alzheimer

Los investigadores emplearon avanzadas herramientas de mapeo cerebral para analizar los cerebros de 84 donantes fallecidos en diversas etapas de deterioro cognitivo. El doctor Richard Hodes, director del Instituto Nacional sobre el Envejecimiento de Estados Unidos, resaltó la importancia de los resultados: “Estos hallazgos cambian fundamentalmente nuestra comprensión de cómo el Alzheimer daña el cerebro y guiarán el desarrollo de nuevos tratamientos para esta devastadora enfermedad”.

También destacó: “Uno de los desafíos para diagnosticar y tratar el Alzheimer es que gran parte del daño cerebral ocurre mucho antes de que aparezcan los síntomas. Poder detectar estos cambios tempranos significa que, por primera vez, podemos observar lo que sucede en el cerebro durante las primeras etapas de la enfermedad”.

Características de la primera fase

En la etapa inicial, que precede a los problemas de memoria, se produce daño en las neuronas inhibitorias, células que envían señales tranquilizadoras a otras neuronas. La pérdida de estas células podría privar al cerebro de una protección esencial. Asimismo, se observa una lenta acumulación de placas de proteínas tóxicas, activación del sistema inmunológico cerebral y daño en el aislamiento que protege a las neuronas.

Según la Mayo Clinic, dos proteínas están asociadas con el desarrollo del Alzheimer: beta-amiloide y tau. La beta-amiloide puede formar placas en el cerebro, mientras que la proteína tau causa ovillos neurofibrilares, ambos disruptivos y tóxicos para las neuronas.

Evolución hacia la segunda fase

Una vez establecidas las condiciones en la primera fase, la enfermedad avanza rápidamente a una segunda etapa donde las personas comienzan a manifestar problemas cognitivos y de memoria evidentes. Durante este período, se acumulan rápidamente las placas de beta-amiloide y los ovillos de tau.

Los científicos utilizaron técnicas avanzadas de análisis genético para estudiar las células del giro temporal medio, región cerebral clave para el lenguaje, la memoria y la visión. Al comparar cerebros sanos con los afectados por Alzheimer, elaboraron una línea de tiempo genética y celular de la progresión de la enfermedad.

El doctor Allegri concluyó: “Estos resultados nos llevan a un modelo de ventanas de alteración fisiopatológica de la enfermedad y permiten prever ventanas terapéuticas específicas para cada momento. Esto último representa un desafío significativo”.