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Los científicos alertan sobre cómo el diseño de las tragamonedas impacta en el cerebro en los casos de ludopatía
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La ludopatía está ganando terreno entre los adolescentes argentinos, un grupo particularmente vulnerable debido a su desarrollo emocional y cognitivo. Aunque el juego está prohibido para menores de 18 años, la realidad muestra que las plataformas de apuestas online y las salas de juego siguen siendo un riesgo latente. Según datos del Observatorio de Adicciones y Consumos Problemáticos de la Defensoría del Pueblo bonaerense, el 30% de la población tiene algún tipo de vínculo con el juego, y el 12,5% de ellos corresponde a jóvenes de entre 15 y 24 años. Esto significa que 7 de cada 100 jugadores podrían ser considerados adictos.
La industria de las tragamonedas ha evolucionado, y no por casualidad. Un estudio dirigido por Jan Peters, de la Universidad de Colonia, Alemania, expuso cómo las características estructurales de estas máquinas fomentan creencias irracionales en los jugadores. Expectativas como el «pensamiento mágico» y la «ilusión de control» son desencadenadas por los estímulos visuales, auditivos y la incertidumbre que rodea cada giro. Publicado en la revista Trends in Cognitive Sciences, el estudio detalla cómo estas estrategias refuerzan patrones de comportamiento adictivos mediante la activación de mecanismos dopaminérgicos en el cerebro.
El psiquiatra Federico Pavlovsky subrayó que estas plataformas no son un accidente, sino el resultado de un diseño intencionado que busca «enganchar» al usuario. “Las tragamonedas y las apuestas online están construidas para mantenernos conectados. No es solo un problema individual, sino una estrategia deliberada de las empresas que explotan la economía de la atención”, explicó Pavlovsky, destacando la eliminación de barreras como el uso de dinero físico y la accesibilidad inmediata.
Las nuevas tragamonedas: más riesgos, menos control
A diferencia de las máquinas tradicionales, las tragamonedas electrónicas modernas permiten apostar en múltiples líneas de pago simultáneamente, lo que genera la ilusión de constantes «ganancias menores». Este diseño estimula el sistema de recompensa del cerebro y perpetúa el ciclo de apuestas. Según Peters, esta dinámica fomenta la creación de creencias falsas, como la idea de «rachas de suerte» o que una máquina está en «estado caliente», aunque los resultados sean completamente aleatorios.
Investigaciones previas ya habían advertido que el juego puede desencadenar efectos similares a los de las drogas en el cerebro, generando una necesidad constante de apostar mayores sumas para alcanzar el mismo nivel de satisfacción. Enrique De Rosa Alabaster, experto en neurociencia, señaló que esta «necesidad de mayor dosis» incrementa el riesgo de ludopatía y puede tener consecuencias devastadoras para las personas afectadas y su entorno.
Una problemática que exige soluciones urgentes
El auge de las plataformas de apuestas online ha multiplicado los riesgos, especialmente para los jóvenes. Pavlovsky advirtió que las medidas actuales de verificación de edad son insuficientes y que el acceso 24/7 a estas plataformas agrava el problema. Además, destacó cómo estos entornos digitales están afectando la capacidad de atención y regulación emocional de la salud en los adolescentes, quienes quedan atrapados en un ciclo de gratificaciones inmediatas que dificultan su desconexión.
Para mitigar esta problemática, los expertos llaman a implementar políticas más estrictas que limiten el acceso a las plataformas de apuestas y promuevan una educación temprana sobre los riesgos asociados al juego. Además, se plantea la necesidad de analizar los elementos específicos de diseño que fomentan estas conductas adictivas, así como explorar el rol de la dopamina en estos procesos.