En los últimos años, el uso de duchas frías y crioterapia ha ganado terreno en el ámbito del bienestar y la salud, impulsado por figuras como el atleta Wim Hof. Esta práctica, que implica someter al cuerpo a bajas temperaturas, busca mejorar la salud física y mental. Aunque para muchos resulta incómoda, los beneficios reportados han despertado el interés de investigadores y especialistas.

Diversos estudios sugieren que la exposición al frío podría tener efectos terapéuticos sobre el cuerpo. Al contacto con el agua fría, los vasos sanguíneos se contraen y luego se dilatan. Resultando en una mejor circulación, lo que beneficia a quienes padecen problemas circulatorios como las varices. Según los expertos, el frío también tiene propiedades antiinflamatorias. Y es que disminuye la velocidad de transmisión de los impulsos nerviosos, reduciendo el dolor en las zonas afectadas. Además, al entrar en contacto con el frío, el cuerpo libera neurotransmisores como la adrenalina, que generan una sensación de bienestar.

Nuevas terapias disponibles

La crioterapia, una técnica derivada del término griego «krýos» (frío helado), incluye diferentes métodos terapéuticos. Por ejemplo, la aplicación de compresas frías, duchas de agua helada y la inmersión en agua fría a temperaturas inferiores a 15 °C. También está la crioterapia de cuerpo entero, que utiliza cámaras con aire frío sin contacto con agua, aunque su uso es más costoso debido a la tecnología requerida.

La exposición al frío genera una respuesta fisiológica que, según investigaciones, podría fortalecer el sistema inmunológico. Estudios sugieren que la exposición breve y controlada al frío estimula la producción de glóbulos blancos, fundamentales para combatir infecciones. Este proceso es acompañado por la liberación de noradrenalina, un neurotransmisor clave en la activación de las defensas naturales.

En cuanto al metabolismo, el frío también induce un aumento de la actividad metabólica al obligar al cuerpo a quemar calorías adicionales para mantener su temperatura, un proceso conocido como termogénesis. Este mecanismo, según expertos, puede contribuir al control del peso y a la reducción de la grasa corporal. Además, el frío activa el tejido adiposo marrón o grasa parda, que quema calorías para generar calor y está asociado con niveles más bajos de colesterol y glucosa en sangre.

Opiniones de expertos

Ramiro Heredia (MN 117.882), especialista del Hospital de Clínicas José de San Martín, advirtió que estas terapias deben adoptarse de manera controlada, especialmente en personas con enfermedades cardiovasculares. “Al aumentar el trabajo del sistema cardiovascular, se recomienda precaución en quienes no están compensados o adecuadamente tratados. En estos casos, es fundamental una exposición gradual y siempre bajo consejo médico”, explicó Heredia a Infobae.

Si bien algunos estudios sugieren beneficios significativos en la práctica de duchas frías, Heredia puntualiza que no hay suficiente evidencia científica respecto de su impacto en el bienestar general. “La mayoría de las conclusiones provienen de estudios sobre inmersión en agua fría. En ellos se observaron efectos positivos en la reducción del estrés y la ansiedad, en la disminución de los marcadores inflamatorios y en el fortalecimiento del sistema inmunológico”, añadió el experto.

Para aquellos interesados en esta terapia, una práctica recomendada es el contraste de agua fría y caliente, que alterna temperaturas durante la ducha. Este método promueve la circulación, oxigena los músculos y favorece la recuperación tras actividades físicas intensas. El contraste de temperaturas relaja los músculos, alivia el dolor y es una técnica utilizada por atletas que buscan acelerar su recuperación física.