Toda persona que pasó por Tucumán alguna vez tuvo la oportunidad de probar este producto tan característico de nuestra provincia. Lo podemos encontrar de la mano de su clásico vendedor que anuncia su presencia al grito de «¡Achilata!». Para muchos probablemente sea una novedad saber que esta preparación tiene origen italiano. En esta oportunidad, en una entrevista que le hicieron los chicos de @volarentucuman al mayor vendedor de achilata en Loma Bola, Francisco contó un poco de la historia del helado.

«La Achilata es un helado artesanal que se hace acá únicamente en Tucumán», comenzó contando el vendedor con orgullo. «El nombre original es Gelata, que fue cambiando de a poco y terminó llamándose Achilata, ya que era más fácil de pronunciar», detalló. Manifestó que se prepara con base de azúcar de remolacha. No se usa colorante artificial, lo que lleva a que sea más sano. En un principio se preparaba con el hielo que se recogía del granizo. Pero con la aparición de los aparatos congeladores fue sustituido por el hielo producido artificialmente que luego era molido.

Así fue como este postre llegó a tener su actual popularidad. Su preparación consiste en combinar el hielo molido con jugos de frutas y azúcar de caña en la mayoría de los casos. Una vez que se logra obtener una mezcla suficientemente homogénea, ésta se coloca y se prensa en moldes. Al igual que el helado, a la achilata no la para nadie. Encontramos su cúspide de consumo en las estaciones de primavera y verano, cuando las temperaturas de calor azotan Tucumán.

Presencia en el mercado

La llegada de inmigrantes italianos y la invención de aparatos congeladores hicieron que pronto se popularizara en casi toda Argentina el gusto por las «cremas heladas» de distintos sabores y presentaciones. Así, desplazaron a los «helados de agua» a un segundo lugar, los que recibieron en ocasiones el nombre de «helado japonés», que mantuvieron presencia en el mercado por su bajo costo, y que continúan como una opción para los cumpleaños infantiles.