El colesterol es una sustancia grasa esencial para el correcto funcionamiento del cuerpo humano, pero su exceso puede resultar perjudicial. El organismo lo produce de manera natural en el hígado. Sin embargo, su presencia en ciertos alimentos, especialmente aquellos con grasas saturadas, puede elevar los niveles y aumentar el riesgo de enfermedades cardiovasculares. Cada 19 de septiembre se celebra el Día Mundial del Colesterol, un recordatorio de la importancia de mantenerlo bajo control.

Uno de los mayores peligros del colesterol elevado es la formación de aterosclerosis. Una acumulación de grasa en las paredes de los vasos sanguíneos que puede obstruir el flujo sanguíneo y aumentar las probabilidades de sufrir un infarto o accidente cerebrovascular (ACV). Según un estudio publicado en la revista European Journal of Preventive Cardiology, se prevé que la carga mundial de enfermedades cardiovasculares aumente en las próximas décadas, con la hipertensión y el colesterol alto como factores clave.

Los niveles normales de colesterol se miden en miligramos por decilitro (mg/dL) y los valores recomendados para adultos son: colesterol total por debajo de 200 mg/dL, LDL (colesterol «malo») inferior a 100 mg/dL, y HDL (colesterol «bueno») mayor a 60 mg/dL. Sin embargo, cada caso es particular, y según el doctor Pablo Corral, el nivel deseable debe evaluarse según el riesgo cardiovascular de cada persona.

Para mantener el colesterol en niveles saludables, se recomienda una dieta rica en frutas, verduras, cereales integrales, legumbres, y pescado azul como atún o salmón. Estos alimentos son ricos en nutrientes que ayudan a reducir el LDL y aumentan el HDL, según la Fundación Española del Corazón. Además, se aconseja evitar alimentos ricos en grasas saturadas, como carnes rojas y productos lácteos, que pueden elevar el LDL.

El estilo de vida también juega un papel crucial en la regulación. Hábitos como la inactividad física, el tabaquismo, el estrés y el consumo excesivo de alcohol contribuyen a alterar los niveles en sangre. Fumar, por ejemplo, reduce el colesterol HDL, mientras que el estrés y el alcohol pueden aumentar los niveles de colesterol total.

Por último, si los niveles son preocupantes, es fundamental realizar un análisis de sangre y, si es necesario, seguir un tratamiento adecuado. Las estatinas son uno de los tratamientos más comunes, ya que ayudan a reducir el LDL y previenen el avance de la enfermedad aterosclerótica. Mantener una dieta saludable y realizar ejercicio regular son las mejores estrategias para controlar y proteger el corazón a largo plazo.