Un análisis de 19 estudios reveló que la privación del sueño y el insomnio no solo afecta la capacidad cognitiva, sino que tiene un impacto significativo en el estado de ánimo de las personas. La Fundación Nacional del Sueño, de Estados Unidos, informó que, según una encuesta realizada en 2022, la mitad de aquellos que dormían menos de 7 horas diarias presentaban síntomas depresivos. La falta de médicos especializados en medicina del sueño agrava la situación, llevando a muchos a buscar soluciones por su cuenta.

El investigador Aric Prather, de la Universidad de California, destaca los problemas de sueño. Estos alteran la experiencia del estrés y las emociones negativas, generando un ciclo de retroalimentación negativo.

La terapia cognitivo-conductual para el insomnio (TCC) se presenta como una solución efectiva a largo plazo. Ya que ha demostrando mejoras en el sueño para hasta el 80% de quienes la practican. A pesar de la evidencia de las horas de sueño, la falta de conciencia sobre la importancia del sueño persiste. La calidad del sueño también juega un papel crucial, y problemas como la dificultad para conciliar el sueño o despertarse regularmente durante la noche afectan negativamente la sensación de descanso.

Lynn Bufka, psicóloga clínica y vocera de la Asociación Estadounidense de Psicología, destaca la importancia de la autoevaluación diaria. Y es que esto permite identificar posibles efectos del insomnio en el estado de ánimo y el rendimiento. Factores adicionales, como trastornos mentales o medicamentos psiquiátricos, pueden complicar aún más la relación entre el sueño y la salud mental.

Es esencial abordar tanto los problemas de sueño como los trastornos mentales de manera integral. Ya que la falta de sueño puede exacerbar los síntomas y, a su vez, los problemas de salud mental pueden dificultar el descanso adecuado. Este ciclo difícil de romper requiere una atención especializada y cambios en la percepción cultural sobre la importancia del sueño en la salud mental.