Quiénes son los ganadores y perdedores con el dólar en el nuevo esquema de Javier Milei
Después de meses de especulación sobre una posible corrección cambiaria que ajustara el supuesto retraso del precio del dólar, o la insistencia en que el Banco Central acelerara la tasa de devaluación mensual del 2%, el mercado finalmente ha aceptado que eso no sucederá.
Actualmente, los análisis y proyecciones se centran en evaluar el impacto de un ciclo prolongado de «dólar barato» en la economía argentina. Este escenario dibuja un nuevo mapa económico, identificando sectores que se verán beneficiados y otros que enfrentarán desafíos bajo este modelo.
Una de las principales preguntas que surgen es cómo se sostendrá un esquema cambiario «atrasado» y de dónde provendrán los dólares necesarios para compensar el déficit de divisas que generarán algunos sectores, especialmente el de servicios.
Las estimaciones para este año señalan que la salida neta de divisas por turismo y gastos en el exterior rondará los 5.000 millones de dólares, cifra que podría superar los 7.000 millones en 2025. El incremento en la demanda de paquetes turísticos a destinos como Brasil es un indicativo de esta tendencia.
Déficit en la industria manufacturera
Varios sectores industriales también contribuirán al déficit en la balanza de divisas. Rubros sensibles a la apertura comercial, como el textil, calzado y electrodomésticos, o aquellos que dependen en gran medida de las importaciones, enfrentarán desafíos.
El sector automotriz es un caso emblemático; a mayor producción, aumenta la necesidad de importar piezas, lo que resulta en un saldo comercial deficitario. Aunque se espera un crecimiento en la producción para el próximo año, esto incrementará la demanda de autopartes importadas, exacerbando el desbalance. El dólar bajo añade dificultades adicionales para las exportaciones en este rubro.
Un informe de la consultora Abeceb confirma que sectores como el textil y el metalúrgico serían los más afectados por un proceso de apertura comercial con un dólar poco competitivo. La industria liviana, de movilidad, electrónica y petroquímica también enfrentarán desafíos en este contexto.
Sectores superavitarios y oportunidades
En contraste, sectores como el agropecuario, energía (gas, petróleo y renovables), minería (incluyendo litio y cobre) y servicios basados en el conocimiento, como la industria del software, se perfilan como los principales proveedores de divisas. Estos sectores son vistos por el Gobierno como los pilares para sostener un modelo económico donde el tipo de cambio de equilibrio debería reflejar salarios altos en dólares.
La industria de alimentos y la de maquinaria agrícola se encuentran en una posición intermedia; no serán los más beneficiados, pero tampoco los más perjudicados, y tienen oportunidades para generar divisas.
El economista Fernando Marull compartió un análisis comparando el déficit de divisas generado por el sector turístico con el superávit aportado por el sector energético, que este año ha recuperado su saldo positivo, compensando las pérdidas del primero. «Superávit energético, déficit de turismo. Desde 2024 y en 2025 van a dar empate. Venimos de 15 años donde los dos daban déficit», afirmó Marull.
Posibles efectos y la «enfermedad holandesa»
El optimismo sobre el flujo de dólares que podrían aportar el petróleo y el gas de Vaca Muerta ha llevado a algunos analistas a advertir sobre la posibilidad de enfrentar la «enfermedad holandesa». Este fenómeno ocurre cuando el ingreso masivo de divisas por parte de nuevos sectores exportadores provoca una apreciación de la moneda local, afectando negativamente a los sectores menos competitivos internacionalmente.
Un informe de la consultora 1816 pronosticó: «Si todo sale bien, vamos a tener todos los síntomas de la enfermedad holandesa, con sectores muy ganadores y sectores muy perdedores». El desafío, según el análisis, será «administrar la abundancia» para equilibrar los efectos en la economía.