La soledad y el aislamiento social son conceptos interrelacionados, pero distintos para la salud mental. La soledad es sentirse solo, independientemente de la cantidad de contactos sociales, mientras que el aislamiento social implica la falta de conexiones sociales. Ambos pueden afectar la salud mental y física, y es esencial abordarlos para mantener el bienestar.

El Dr. Conrado Estol, neurólogo y experto en salud y bienestar, destaca la diferencia entre estar solo y estar vacío. La soledad no es simplemente la ausencia de compañía, sino la sensación de vacío, estrés crónico y falta de interés en las actividades. Este estado puede tener impactos negativos en la memoria y la toma de decisiones, e incluso puede llevar a la depresión.

El riesgo para la salud es significativo. Estudios indican que el aislamiento social aumenta el riesgo de morir prematuramente, rivalizando con factores como el tabaquismo y la obesidad. Además, se ha asociado el aislamiento social con un mayor riesgo de demencia, enfermedad cardíaca, accidente cerebrovascular, depresión y ansiedad.

El Dr. Estol enfatiza la importancia de buscar ayuda y abordar la soledad. Sugiere ordenar la vida, establecer rutinas, buscar intereses y participar en actividades sociales. Destaca que la interacción social no tiene que limitarse a una pareja, sino que puede incluir amigos, familiares o participación en clubes. Mantener la actividad social y buscar encuentros puede ser clave para combatir la soledad y sus efectos negativos.

Además, se mencionan hábitos saludables, como dormir adecuadamente, hacer ejercicio en casa, consumir alcohol moderadamente, evitar el cigarrillo y mantener una alimentación equilibrada, como factores que contribuyen al bienestar general. En resumen, la conexión social y la atención a la salud mental son esenciales para una vida plena y saludable.