El Índice de Precios al Consumidor (IPC), del INDEC, muestra una variación mensual derivada del relevamiento de aproximadamente 320.000 precios en diversos puntos de recolección. Incluyendo negocios tradicionales, súper e hipermercados, empresas de servicios, colegios y hogares inquilinos. Esta metodología se basa en la Encuesta Nacional de Gasto de los Hogares 2004/2005, ajustada mes a mes.

Determinar si la Argentina está cada vez más cara en dólares y si se necesitará una nueva devaluación para detener la desinflación es complejo. Una comparación del promedio de precios del INDEC en el Gran Buenos Aires y la Región Pampeana con el tipo de cambio oficial y el contado con liquidación respecto de noviembre de 2023 y diciembre de 2017 muestra variaciones significativas.

La depreciación del peso explica por qué el equipo económico no ve la necesidad de alterar el ritmo de devaluación nominal del 2%. Esta estrategia busca reimpulsar el crédito a PyMEs y familias, reactivar la actividad económica y reducir el costo de las pequeñas y medianas empresas.

Este análisis no es solo un resultado estadístico, sino que se alinea con las variaciones observadas en los subíndices del IPC por región. Solo 10 de los 30 subíndices registraron valores equivalentes en dólares mayores a noviembre, con incrementos en aceites, grasas y manteca (0,8%), verduras (1,2%), telefonía e internet (6,2%), productos de cuidado personal (9,8%), combustibles y lubricantes (17,5%), medicina prepaga (33%), electricidad, gas y otros combustibles (35%), y transporte público (38,2%).

Por el contrario, la consolidación de la política económica en el flanco fiscal. Es decir, con cinco meses consecutivos de superávit y emisión cero del BCRA para financiar al Tesoro, está llevando a una convergencia a la baja de las variables nominales. En consecuencia, despejando el riesgo de un retorno a ciclos viciosos de devaluación, inflación y depresión económica.