Los jóvenes de sectores medios-bajos son quienes más apuestan según un estudio
Un estudio reciente dirigido por Martín Romeo, titulado “Apostar no es un juego”, revela que los jóvenes de 15 a 29 años pertenecientes a los sectores medios-bajos en Argentina destinan mensualmente 48.261 pesos a casinos online y apuestas deportivas. Este monto es tres veces mayor que el promedio general de 16.769 pesos. También supera significativamente los promedios de los sectores medio alto y alto (25.893 pesos) y de los sectores pobres (8.843 pesos). La investigación, basada en 7.810 encuestas, destaca que estos jóvenes provienen de hogares con ingresos apenas por encima de la línea de pobreza.
Los jóvenes del sector medio bajo, según el estudio, buscan en las apuestas una forma de compensar sus ingresos laborales insuficientes. Romeo explica que no es una cuestión de falta de actividades recreativas, ya que la tasa de actividad en este grupo es superior al promedio y la desocupación es la mitad de la media. En cambio, las apuestas representan una esperanza para adquirir bienes que de otra manera no podrían permitirse. Como zapatillas o artículos tecnológicos, mediante la expectativa de ganar dinero rápidamente.
Además, el estudio señala que este sector registra las apuestas más altas, con un promedio de 72.000 pesos por apuesta. En comparación con 59.000 pesos en los sectores altos y 25.000 pesos en los sectores pobres. La investigación también revela que los jóvenes de hogares pobres son los que menos apuestan debido a la limitada disponibilidad de recursos. Lo que restringe tanto sus apuestas como la cobertura de necesidades básicas. Romeo subraya que la necesidad económica impulsa a estos jóvenes a recurrir a las apuestas como una salida para mejorar su situación financiera.
El informe también destaca la influencia de las familias en las apuestas de los jóvenes de sectores medios bajos. Muchos jóvenes apuestan junto con sus padres, quienes también buscan paliar la penuria económica a través de esta actividad. Esta dinámica hace que apostar no se perciba como un riesgo, sino como una práctica habitual. Exacerbando así la falta de información y aumentando la vulnerabilidad de los jóvenes ante la ludopatía. Además, el 80% de las apuestas online se realizan en sitios ilegales, conectando las apuestas con otras actividades ilícitas y creando redes de endeudamiento y amenazas físicas.