Estados Unidos priorizó el alineamiento geopolítico de Javier Milei, una decisión que se refleja en posiciones claras respecto a Venezuela, Ucrania e Israel. Sin embargo, una luz amarilla se encendió en la Casa Blanca cuando se supo que Karina Milei, Luis Caputo y Diana Mondino se habían reunido con el canciller de China, Wang Yi, para avanzar en un acuerdo estratégico que podría afectar el tablero de Estados Unidos en América Latina.

La administración Biden había considerado al gobierno de Milei como alejado de la influencia de Xi Jinping. Sin embargo, ahora comprobó que el presidente argentino busca un acercamiento con el régimen chino para renovar el swap que integra las reservas del BCRA. Además, de facilitar inversiones de compañías chinas en litio y cobre, dos minerales que Washington considera estratégicos a nivel global.

El embajador de Estados Unidos en China, Nicholas Burns, manifestó: «Tenemos que ser cuidadosos con la forma en que manejamos esta relación. Somos rivales sistémicos, y creo que lo seremos durante la próxima década, tal vez incluso más allá». Agregó que «China está ayudando e instigando a la maquinaria de guerra rusa. No hay indicios de que vaya a alejarse de su asociación ‘sin límites’ con Rusia. A los chinos les gusta decir que son neutrales en la guerra contra Ucrania, pero las pruebas nos lo confirman. Beijing está enviando componentes muy necesarios a Rusia, de los que depende el Kremlin para su esfuerzo bélico en curso».

En este contexto, la estrategia de Milei con China para asegurar las reservas del Banco Central y obtener inversiones podría causar un cortocircuito con la Casa Blanca. Este eventual desacuerdo continuaría en el futuro, independientemente de quién suceda a Biden en el Salón Oval, ya que se trata de una posición bipartidista que apoyan tanto Kamala Harris como Donald Trump.