En el Día Mundial del Síndrome de Down, la Fundación Down is Up abrió sus puertas para celebrar la diversidad con una jornada pensada por y para los chicos. Hubo fiesta, música, baile y, sobre todo, un mensaje claro: la inclusión se construye escuchando sus deseos.

En San Miguel 252, la Fundación Down is Up conmemoró el Día Mundial del Síndrome de Down con una propuesta que combinó alegría, movimiento y trabajo educativo. Allí estuvo nuestro móvil de VOVE Tucumán para conversar con Maggie, Lucía y Gaby, profesoras que acompañan día a día a los más de 35 chicos que forman parte del espacio.

Un boliche para celebrar la diversidad

«Nosotros escuchamos lo que a ellos les gusta. Como disfrutan tanto de la música, el ritmo y la fiesta, organizamos un boliche para que bailen y se diviertan en su día», contó Maggie, mientras sonaban risas y cumbia de fondo. La propuesta se pensó junto a los grupos más grandes de la Fundación, quienes eligieron cómo querían pasar la jornada.

Actualmente, más de 35 chicos participan de estas actividades recreativas, aunque el universo de trabajo de Down is Up es mucho más amplio. A través de distintas propuestas, se fomenta el desarrollo de habilidades sociales, el trabajo en grupo y la autonomía. «Con salidas a bares, parques o viajes, ellos adquieren herramientas para desenvolverse en diferentes espacios. Es parte de un proceso que los ayuda a integrarse mejor en lo cotidiano», explicaron.

Desde el nacimiento y con acompañamiento familiar

Lucía remarcó que la Fundación tiene un origen profundamente humano. «Es una asociación civil que nació hace 21 años, fundada por padres que, al recibir el diagnóstico, se encontraron con muchos mitos y prejuicios. Hoy, esos mismos padres acompañan a otras familias, incluso desde el embarazo», dijo. El proceso de acompañamiento empieza en la primera infancia, y los chicos se integran a distintos grupos según su edad y etapa de desarrollo.

Romper barreras desde una perspectiva de derechos

La inclusión, lejos de ser una meta abstracta, se trabaja a diario. «Estamos desmitificando, rompiendo barreras. Nuestra idea es capacitar a la sociedad y crear oportunidades para los chicos. Pero también es fundamental escucharlos a ellos: qué quieren, qué desean, qué les interesa. Enseñarles a elegir», subrayó Gaby, destacando el enfoque de derechos que guía el trabajo institucional.

El equipo celebra los avances, pero también es consciente de los desafíos. Las profesoras destacan que si bien se conocen historias como la de Pablo Pineda, hay muchas más que merecen visibilidad: chicos que trabajan en el Consejo Deliberante, que viajan, que escriben, que construyen su camino con autonomía.

Una red que contiene, guía y transforma

Cuando se les pregunta por qué recomendarían a una familia sumarse a la Fundación, la respuesta es clara. «Acá hay sostén, contención, herramientas. Los papás que llegan encuentran una red de personas con ganas de acompañar y construir un futuro con igualdad de oportunidades», aseguran. La educación inclusiva no solo transforma la vida de los chicos, también interpela a las familias y a toda la sociedad.

En el Día Mundial del Síndrome de Down, la Fundación Down is Up demostró que la inclusión se vive en cada paso, en cada baile, en cada elección que los chicos pueden hacer con libertad.