Hacer ejercicio cuando uno se encuentra enfermo: qué dicen los expertos
Es una situación común: suena el despertador para hacer ejercicio, pero uno se siente mal y se cuestiona si debería levantarse. No es solo cansancio, sino que el cuerpo muestra señales de estar enfermo. Ante esta situación, surge la duda: ¿es mejor descansar o intentar hacer ejercicio de todos modos? ¿En qué momento es preferible evitar la actividad física?
Según Greg Summerville, médico especialista en medicina deportiva de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill, es esencial prestar atención a los síntomas específicos que presenta el cuerpo. «Tu cuerpo te está hablando», afirma. «Los síntomas están ahí por una razón».
Guiarse por los síntomas
Cuando uno comienza a sentirse mal, Amy Comander, directora del programa de medicina y estilo de vida del Hospital General de Massachusetts, sugiere evaluar cómo se siente todo el cuerpo y realizar una «revisión del cuello».
Si los síntomas se encuentran por encima del cuello (como congestión, secreción nasal o dolor de garganta), probablemente se pueda hacer ejercicio. Sin embargo, si los síntomas están debajo del cuello, como dolores musculares, aumento de la frecuencia cardíaca o malestar general, es señal de que el cuerpo está combatiendo una infección y el ejercicio podría retrasar la recuperación.
En caso de tener fiebre superior a 38 °C, es una indicación clara de que debes descansar, incluso si los demás síntomas son leves.
Los médicos advierten ser especialmente cautelosos si se presentan vómitos o diarrea, ya que pueden causar deshidratación severa. Comander recomienda esperar al menos 24 horas después de recuperarse de una enfermedad gastrointestinal antes de volver a hacer ejercicio. Para síntomas gripales como fatiga, dolores musculares y articulares, es aconsejable retomar la actividad física de forma gradual una vez que los síntomas hayan desaparecido.
Comenzar despacio y con paciencia
Daniel Anderson, cardiólogo de Nebraska Medicine, sugiere que, al retomar el ejercicio, uno se enfoque en completar las sesiones. En lugar de preocuparte por el ritmo o el peso que levantas, valora el hecho de haber podido realizar la actividad. Es posible que se tarde algunas semanas en volver a la rutina habitual de entrenamiento. «Por cada día que estuviste enfermo, tómate tres días para recuperarte», aconseja Anderson, señalando que la edad y la condición física pueden influir en el tiempo de recuperación.
Durante este periodo, también recomienda aplicar la prueba de la conversación: si no puedes mantener una conversación mientras entrenas, es señal de que debes reducir el ritmo.