Ayer comenzó una nueva fase del programa de blanqueo de capitales. Aunque las distintas instancias del plan se extendieron por un mes, una condición clave permanece. Desde ayer, quienes ingresaron dólares en efectivo al sistema financiero por montos inferiores a USD 100.000, pueden retirar los fondos depositados de los bancos. La gran incógnita para las entidades financieras es qué sucederá con el significativo aumento de depósitos. Estos alcanzaron un ritmo de USD 1.700 millones diarios el miércoles pasado, justo antes del anuncio de la prórroga de plazos.

Las opiniones en el mercado están divididas. Por un lado, expertos financieros creen que la mayoría de los depósitos permanecerá en el sistema o se destinará a inversiones alternativas. Por otro, especialistas en impuestos anticipan que una parte significativa de esos fondos será retirada de los bancos y volverá al «colchón». Estimando que hasta un 40% de los depósitos ingresados en septiembre podrían salir nuevamente.

Según Alejandra Sarni, socia del departamento de Impuestos de BDO Argentina, «el principal incentivo para ingresar al blanqueo es el tapón fiscal que ofrece. Esto significa que el contribuyente con cualquier irregularidad impositiva en su historial, al participar del blanqueo, queda exento de investigaciones retrospectivas; todo queda regularizado». Para Sarni, este beneficio es la razón principal por la que los ahorristas deciden sumarse. Incluso más que la posibilidad de obtener rentabilidad sobre dinero que hasta ahora estaba improductivo.

En términos numéricos, y según las cifras disponibles hasta el jueves pasado, ese 40% representaría alrededor de USD 4.500 millones. Sin embargo, con la prórroga del plazo para blanquear dólares en efectivo, los retiros en octubre podrían ser compensados por nuevas colocaciones. Tras el anuncio de la extensión, el ritmo de incremento de depósitos se desaceleró, pero se mantuvo por encima de los USD 1.000 millones diarios.