El triunfo de Los Pumas contra Gales se ganó un puesto en la historia grande del rugby argentino
Hay partidos que quedan en la historia por su épica y otros por su relevancia. Éste tiene un poco de todo. No se puede comparar con otras batallas que resultaron fundantes en la construcción mitológica de Los Pumas y tampoco es un logro inédito. Sin embargo, el éxito ante Gales, que significó meterse entre los cuatro mejores del mundo, conserva una cuota de heroísmo. Menos por el partido en sí que por lo que fue el sufrido trayecto del seleccionado argentino a lo largo de Francia 2023. Y, sobre todo, por la euforia con que los argentinos, hinchas y jugadores, vivieron el partido en el Stade Vélodrome.
No está a la altura de la victoria en Johannesburgo del 65, ante Irlanda en el 99 o frente a Francia en 2007, que hicieron que los Pumas trascendieran el deporte. Así y todo, la victoria ante Gales se ganó un espacio destacado en los anales del rugby argentino. Precisamente, porque fue un éxito fundado en los principios que lo hacen grande. Garra, sacrificio, resiliencia y, sobre todo, una dosis importante de dramatismo.
El tackle salvador de Matías Moroni a cinco minutos del final tiene el valor de la palomita de Marcelo Pascual en el 65 o la defensa de 10 minutos de espaldas al in-goal de todo el equipo en 99. Una acción que quedará para siempre en la memoria colectiva del rugby argentino. Esta vez, además, conlleva el agregado de que valió un pase a semifinales de un Mundial. Algo que, cuando se realizó el sorteo tres años atrás, parecía factible, certeza que se profundizó en la era Michael Cheika, pero que a lo largo del certamen adquirió tintes de epopeya.
El dramatismo de siempre sufrir los partidos
Los Pumas comenzaron su aventura en Francia 2023 en el mismo escenario. El 9 de septiembre, el estreno ante Inglaterra les mostró una realidad muy distinta a la que anticipaban. El pase a cuartos de final, aún dentro de un grupo accesible, se hizo cuesta arriba. Una victoria sufrida ante Samoa, un éxito con otros nombres ante el débil seleccionado de Chile y una clasificación con momentos de buen rugby pero mucho sufrimiento ante Japón. Superar la prueba que presentaba Gales requería dar un salto de calidad, tanto técnica como mental. Los Pumas aprobaron los dos exámenes.
A la hora señalada, los Pumas recuperaron la identidad. La que los distinguió a través de la historia y la que alcanzaron durante no pocos momentos a lo largo del ciclo de Cheika. No es poco. Para vencer a Gales necesitaban repetir una actuación como las que tuvieron con los All Blacks en Christchurch, ante Inglaterra en Twickenham o sobre Australia en San Juan, por mencionar las más destacadas. Y si bien no llegaron a esos picos de rendimiento, sí estuvieron mucho más cerca de ellos que en los partidos anteriores.
El resultado fue un gran espectáculo para la gran cantidad de hinchas argentinos presentes en el Vélodrome (unos 20.000). En el segundo tiempo, contagiados por un equipo que salió determinado a llevarse el partido, alentaron de manera ensordecedora y enmudecieron a la mayoría de camisetas rojas. Y en el final, después del tackle de Moroni y, con más énfasis, tras el try de Nicolás Sanchez que definió el partido, desataron una fiesta de la que no se querían ir más, ni aun media hora después del pitazo final.