Grasa abdominal: cómo influye en las rutinas de ejercicio según investigaciones científicas
Un nuevo estudio sugiere que, aunque el ejercicio no elimine por completo la grasa abdominal, tiene un impacto positivo al desarrollar un tejido graso más saludable. Esto significa que, incluso si no se logran los tan ansiados abdominales marcados, la actividad física sigue siendo beneficiosa para la salud en general.
El investigador Jeffrey Horowitz, profesor de ciencias del movimiento en la Universidad de Michigan, brindó declaraciones al respecto. «Los hallazgos demuestran que, además de quemar calorías, el ejercicio regular a lo largo del tiempo modifica el tejido graso. Favoreciendo un almacenamiento de grasa corporal más saludable cuando se experimenta aumento de peso, algo común con el envejecimiento».
El estudio comparó dos grupos de personas con obesidad: uno que hacía ejercicio al menos cuatro veces por semana durante más de dos años y otro que no tenía una rutina de ejercicios regular. Los investigadores analizaron muestras de grasa del vientre, localizada justo debajo de la piel. Un lugar considerado más seguro para almacenar grasa en comparación con el tejido graso que rodea los órganos.
Los resultados mostraron que quienes practicaban ejercicio de forma constante tenían un tejido graso diferente, con mayores niveles de mitocondrias y proteínas beneficiosas. Además, de una mayor cantidad de vasos sanguíneos y menos células inflamatorias. También se observó una menor presencia de colágeno, lo cual facilita el metabolismo de la grasa.
«Esto significa que si se produce un aumento de peso, la grasa tiende a almacenarse de manera más segura bajo la piel. En lugar de acumularse alrededor de los órganos o incluso en ellos, como en el hígado o el corazón», señaló Horowitz.
Finalmente, los investigadores realizaron experimentos adicionales con células extraídas de personas que hacían ejercicio y observaron que estas almacenaban la grasa de manera más eficiente. Aunque estos resultados son prometedores, los científicos subrayaron la importancia de llevar a cabo más estudios a largo plazo para evaluar cómo cambia el tejido graso con el ejercicio continuo.