Quién es Fabricia, la docente que salvó a un alumno con la maniobra Heimlich
Un historia conmocionó a los tucumanos la semana pasada, tras la viralización de un audio en primera persona donde una docente contaba la aterradora experiencia que había vivido con un alumno, ya que un niño de 13 años se atragantó con una golosina durante su clase. Conmovida después del hecho, envió a sus amigas un audio advirtiendo de esta golosina para evitar que este accidente se repita. El hecho tomó tal trascendencia, que su anécdota se hizo viral y recorrió la provincia entera.
Era un miércoles como cualquier otro, cuando la vida de Fabricia Guglielmone se sacudió en solo un instante. Estaba a punto de dar su clase de Biología en el colegio Nueva América, ubicado Perú 3733, cuando un alumno se acercó a ella apresuradamente señalándose la boca. «Se tragó la pelotita», decían los compañeros. La docente puso atrás su propia angustia, actuó rápidamente, y consiguió poner a salvo al niño.
Ella no quiere que se la llame heroína, pese a que sus propios alumnos, la comunidad escolar y la sociedad coinciden en el término. «Estuve en el momento justo y en el lugar indicado«, dijo a VoveTucumán, humildemente. «Mis alumnos, ahora cuando entro al curso donde ocurrió todo, no me dicen profesora, me dicen heroína. Es gracioso porque no soy tímida, pero soy humilde en un montón de cosas, entonces esto así no«, expresó con un poco de incomodidad.
El hecho ocurrió el miércoles 22 de mayo, dentro del aula, alrededor de las 11 de la mañana. «Fue en mi hora de clases, yo enseño Biología. Estaba anotando unas cosas en mi libreta y, de repente, veo que un alumno acerca hacia mí, corriendo, haciéndome señas con la mano, como que estaba ahogado. Le pregunté si quería vomitar y me decía que no con la cabeza y me señalaba su garganta. Un compañerito de atrás me dice que se tragó una pelotita. ‘¿Cómo una pelotita?’, digo. Entonces los chicos se le acercaron y empezaron a golpear la espalda», cuenta tranquila ahora, después de algunos días. Pero se nota el recuerdo presente en su voz.
Fue en ése instante donde Fabricia dejó atrás sus propios miedos y, tras pedir a los alumnos que advirtieran de la emergencia, despejó el lugar e inició la maniobra Heimlich. «Cada vez se agitaba más él pidiendo ayuda, estaba muy asustado. Me dije: ‘La última fuerza que hago a ver si la puede expulsar’ porque no salía, no salía, y al final escupió a la pelota».
Con ayuda del personal del colegio, y minutos después cuando ya había llegado personal de emergencias, corroboraron que el niño se encontraba en buen estado de salud. Saturaron al menor, lo auscultaron y determinaron que no era necesario el traslado a un nosocomio para mayor atención. «La foto que yo mandé con el audio, el que sostiene el jugo, ese es él, es mi alumno, así que se recuperó muy rápido», relata la docente.
Esta historia abre una puerta a reflexionar sobre lo que se vende en las cantinas y kioscos. La repercusión que ha tenido el audio, presente en cada grupo de padres de alumnos, grupos de familias, e incluso de la comunidad médica, continúa sorprendiendo a Fabicia. Pese a que le da un poco de vergüenza escuchar su voz en los medios de comunicación, lo agradece si se toman medidas al respecto.
Fue la propia docente la que cuenta que el Ministerio de Salud se presentó en el colegio el viernes para tomar muestras del líquido y aseguró que dentro de la institución se ha prohibido su venta. La golosina, similar a un desodorante roll-on, consta de un líquido verde, dulce y ácido, dentro de un packaging con una pelota. Hasta ahora, todo indicaría que proviene de Bolivia y, según se ha podido averiguar, se distribuye en Tucumán, Salta y Santiago del Estero.
Quién es Fabricia Guglielmone
Orgullosamente recibida en la Facultad de Ciencias Naturales de la UNT, Guglielmone es licenciada en Biología. Pese a perfilarse para la investigación, hace 18 años se dedica a la docencia. Encontró en el ejercicio de enseñar una nueva forma de relacionarse y vincularse con los otros.
«Llegué al colegio Nueva América hace diecisiete años y me he dado cuenta que, sin saberlo, me encanta enseñar. Me gusta mucho la docencia y el colegio es mi segundo hogar», explicó. Además, resaltó que la institución ha crecido mucho en los últimos años, pero conservan los rasgos de una comunidad pequeña. «En el colegio todo el mundo se conoce y yo a mis alumnos los llamo por su nombre, no son un apellido para mí. Así que imagínate, yo enseño Biología, enseño Salud y Adolescencia. A los más grandes Genética y Evolución, y soy tutora de un sexto año. Tengo el privilegio de verlos crecer», continuó.
Mamá de dos niños con discapacidad, es una autodidacta en primeros auxilios. «Aprendí la maniobra de Heimlich viendo en tutoriales en Youtube ¿Por qué? Por mi hijo Tomás, que tiene parálisis cerebral. Gracias a Dios nunca la tuve que aplicar con él, pero siempre dije hay que saber porque uno no sabe cuándo puede pasar. Me pasó así, en un segundo. Yo estaba iniciando una clase como cualquier día normal de un miércoles y fue tremendo. No pensé si lo hacía o no lo hacía, nunca lo había puesto en práctica, sabía la teoría y gracias a Dios resultó bien», relató.
La prevención es la mejor alternativa: datos y estadísticas
Los accidentes escolares, ahora llamados lesiones no intencionales, vienen en crecida en los últimos años. Tanto así, que la Sociedad de Pediatría Argentina publicó un artículo sobre la incidencia de ellos sobre los niños en edad escolar. “Se estima que el 5% de la población estudiantil sufrirá algún tipo de lesión asociada a actividad escolar. Es decir 4/5 de cada 100 alumnos serán parte de la estadística de este tipo de lesiones. Las lesiones leves constituyen el 85% del total, las lesiones moderadas el 14% y el resto son lesiones graves”, detallan.
Por su parte, en Córdoba se elaboró en 2011 el primer manual que se aboca principalmente a evitar las lesiones no intencionales en torno a las escuelas tras censar más de mil casos en un solo año. El libro Manual de Prevención y Primeros Auxilios de Accidentes Escolares, escrito por por la especialista en prevención de accidentes María Lucía Pazo, tiene como principal objetivo “concientizar a docentes y personas que tengan a su cargo jóvenes y chicos”, pero también involucrar a los padres de manera activa. La publicación comprende dos capítulos. En el primero, destinado a la prevención, se abarcan las infraestructuras de los colegios y el rol de padres y docentes. En el segundo, se enfoca en los primeros patrones de conductas que se deben realizar una vez consumado el accidente.