El momento de salir de vacaciones, ya sea tras finalizar los exámenes o al tomarse un descanso del trabajo, debería ser sinónimo de descanso y disfrute. Sin embargo, para muchas personas, estas esperadas vacaciones se convierten en un período en el que caen enfermas. Como si su cuerpo hubiera estado esperando precisamente este momento para manifestar síntomas que habían estado latentes.

Hace algunos años, el psicólogo Ad Vingerhoets, intrigado por enfermarse únicamente durante los fines de semana, decidió investigar más a fondo este fenómeno. Respaldado por la Universidad de Tilburg en los Países Bajos, Vingerhoets y su equipo entrevistaron a más de 2.000 personas de entre 16 y 87 años. Los resultados mostraron que un 3% de los participantes padecían lo que él denominó la ‘enfermedad del ocio’.

Este grupo de personas compartía características similares: eran individuos ambiciosos, competitivos, perfeccionistas en su trabajo y con dificultades para manejar los cambios. Aunque estos rasgos de personalidad proporcionaron algunas pistas, la investigación no ofreció una explicación científica concluyente. Específicamente, respecto de la premisa de por qué estas personas enfermaban durante sus momentos de descanso.

Posibles explicaciones científicas

Para intentar comprender mejor el fenómeno, Vingerhoets propuso dos posibles causas. La primera sugiere que el estrés y la actividad diaria crean una especie de barrera protectora, haciendo que el cerebro ignore las señales de malestar del cuerpo. Es solo cuando se detiene el ritmo acelerado y se entra en un período de descanso, cuando esta barrera se derrumba, permitiendo que los síntomas aparezcan.

El cortisol, conocido como la “hormona del estrés”, juega un papel crucial en este proceso. Aunque niveles elevados de cortisol durante períodos prolongados pueden ser perjudiciales, en cantidades controladas, esta hormona ayuda a mantener al cuerpo alerta y preparado. Según algunos expertos de la Asociación Estadounidense de Psicología, es como si el cerebro supiera que «no puede permitirse» enfermar hasta que llega el descanso.

La segunda explicación ofrecida por Vingerhoets sugiere que las vacaciones suelen estar asociadas a hábitos de vida menos saludables. Como cambios en los patrones de sueño o un aumento en el consumo de alcohol. Los encuentros con familiares y amigos durante las vacaciones a menudo llevan a un incremento en la ingesta de bebidas alcohólicas.

Necesidad de nuevos estudios

A pesar de todo esto, el llamado síndrome del ocio aún no se considera una patología oficialmente reconocida en la literatura médica. No obstante, ha captado la atención de parte de la comunidad científica, especialmente en el campo de la Psicología.

Algunos especialistas, como la psicóloga Eva María Esparza Meza, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), sugieren que este fenómeno podría estar relacionado con trastornos de estrés y ansiedad, más que con una enfermedad en sí misma. Estos trastornos parecen estar más presentes en personas con personalidades obsesivas y perfeccionistas, aunque cada caso puede variar considerablemente.