Con la llegada del verano y las vacaciones a la vuelta de la esquina para gran parte de los argentinos, los planes turísticos y operadores comienzan a definirse, en un contexto económico que sigue siendo desafiante. Para aquellos que aún pueden permitirse planificar sus vacaciones, se presentan dos opciones claramente contrastadas: los destinos nacionales, que siguen figurando entre los más costosos del mundo, y alternativas internacionales, como Brasil, que tras la devaluación en el país vecino se perfilan como opciones mucho más asequibles.

El proceso de depreciación del real brasilero, que acumula una caída cercana al 20% interanual, ha favorecido la apreciación tanto del peso argentino como del dólar frente a la moneda brasileña. Actualmente, el dólar se cotiza a 5,7 reales, lo cual se traduce en una ventaja importante para los turistas argentinos que consideran pasar sus vacaciones en las playas de Brasil. En el país vecino ya anticipan un «boom de argentinos», atraídos por la relación costo-beneficio de sus destinos soñados.

Temporada complicada para la costa argentina

Un relevamiento realizado en las boleterías de las empresas de transporte terrestre de Argentina refleja un incremento significativo en la venta anticipada de pasajes hacia Brasil. Tanto desde la Terminal de Retiro, donde el valor del boleto de ida ronda los $175.000, como desde ciudades del interior, se evidencia un creciente interés. En plataformas como Despegar, las búsquedas internacionales aumentaron un 108% respecto al segundo trimestre del año, destacándose destinos como Río de Janeiro y Florianópolis, cuyos pasajes ida y vuelta parten desde los $293.000.

Esta situación genera preocupación entre los operadores turísticos locales, que temen una temporada complicada desde finales de diciembre hasta febrero en destinos clásicos como Mar del Plata y la Costa Atlántica. En general, los precios de alquileres para enero superan ampliamente la inflación acumulada del año, y lo mismo se observa en los costos de hotelería y servicios asociados al turismo interno, lo que podría incentivar aún más el éxodo de turistas hacia Brasil.